Cuando le hirieron de las heridas que murió, como le trajeron a su casa, venía con él mucha gente. Asomose su mujer a los corredores, preguntando qué ruido era aquél. Respondió don Francés:
─ No es nada, señora, sino que han muerto a vuestro marido.
[Melchor de Santa Cruz, Floresta española, Toledo, 1574, II, V, vi]
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