En la Semana Santa de 1923 la cofradía de la Vera Cruz decidió incorporar a la procesión del Viernes Santos la nueva talla del Crucificado que se había hecho para la capilla del asilo de las Hermanitas. Así, en una camioneta se cargó la talla y fue llevada por la calle Colón hasta la plaza Mayor, donde se iniciaba la procesión ascendiendo por la calle Mayor, hasta llegar a La Corredera. Pero el tránsito fue harto difícil, porque el Cristo subido en la caja dela camioneta ofrecía verdaderas dificultades al paso por las estrecheces de la calle Mayor, donde continuamente chocaba con los balcones más bajos o bien con los numerosos cables tendidos de un lado a otro, que iban siendo levantados con ganchos por dos cofrades para que la talla, de forma agónica, fuera avanzando. La procesión duró lo que no está escrito. Al llegar a la Puerta de la Villa, todavía la camioneta con el Crucificado prolongó su vuelta a casa bajando por la calle Libertad y subiendo luego por Merinas, hasta arribar de nuevo al asilo, donde llegó verdaderamente hecho un Ecce Homo: a resultas del accidentado trasiego por las calles bejaranas, llevaba un brazo desprendido y rotos varios dedos de la otra mano. Una versión distinta y local de la Crucifixión.
jueves, 5 de abril de 2012
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