Por más que procuro fijarme bien en lo que leo, poniendo atención en las palabras que dan cuerpo a las noticias, me quedo muchas veces con las sensación de que los titulares les quedan grandes, en esa necesidad mediática de que parezca que ha ocurrido algo, cuando en realidad casi nunca pasa nada.
Así me doy cuenta, a duras penas, de que la Cámara de Comercio de Béjar lleva ya un tiempito gestionando en el polígono industrial un vivero de empresas que lleva el legendario nombre de “Cinco Abejas” (¿no había otro nombre, bendito sea dios? ¿No vamos a salir nunca de la trinchera?). Ahora leo que “se encuentra ya en su fase final” el centro de industrias avanzadas de Béjar, escrito así, con minúsculas, de lo que deduzco que ese no será su nombre, que si dios no lo remedia acabará siendo “Cuerpo de Hombre”, para seguir con la tónica de la modernidad.
De entre la farfolla de la información de la prensa, cuyas líneas se van todas en mirar al dedo en vez de a la luna, con palabrería que no aporta nada de sustancia, apenas logro enterarme, aparte de que no está acabado ni dice cuándo lo estará, ni qué capacidad tendrá, ni cómo se accederá a él, ni quién lo regirá, ni qué ayudas prestará, en la tónica general de dar más información de la gestión política que de los valores y la utilidad práctica para el ciudadano, de entre la farfolla, decía, apenas consigo saber que allí se incubarán empresas del sector de la innovación y la ingeniería. Qué querrá decir eso, virgen santa (las apelaciones sacras me salen a borbotones en estos días prepasionales; debe ser que me estoy entrenando para estar en forma a semana que viene). Uno ha entendido siempre que la ingeniería sea una profesión y que así entendida sea un sector, ¿pero la innovación? ¿Y eso qué es? ¿Otro sector? Deconstruyo la información y quiero entender que la antigua fábrica textil de Francés Bruno, que se está remozando para albergar el centro de industrias avanzadas (con minúsculas), acogerá empresas que se dediquen a una ingeniería acorde con nuestros días si quieren salir para adelante. Bien está, naturalmente. Confío en que, además de incubar, acaben poniendo algún huevo que ponga sentido a la pompa de la reindustrialización de Béjar, que suena majestuoso, como si volvieran los viejos tiempos textiles, mientras la baba de los sueños nos gotea no por volver a ver obreros yendo a las fábricas, sino por ver la manera de epatar al risueño vecino con unas piscinas climatizadas que le permitan creer que, también en invierno, vive como los más ricos de Béjar. Cosa que, alabado sea el señor, al cabo ha sido más pesadilla que sueño y ha acabado por despertar al munícipe, que ha renunciado a la promesa electoral y donde dije piscina climatizada digo Diego. Para piscinas estábamos, no te digo. Y a ver si llegar ese huevo, por lo menos.
Así me doy cuenta, a duras penas, de que la Cámara de Comercio de Béjar lleva ya un tiempito gestionando en el polígono industrial un vivero de empresas que lleva el legendario nombre de “Cinco Abejas” (¿no había otro nombre, bendito sea dios? ¿No vamos a salir nunca de la trinchera?). Ahora leo que “se encuentra ya en su fase final” el centro de industrias avanzadas de Béjar, escrito así, con minúsculas, de lo que deduzco que ese no será su nombre, que si dios no lo remedia acabará siendo “Cuerpo de Hombre”, para seguir con la tónica de la modernidad.
De entre la farfolla de la información de la prensa, cuyas líneas se van todas en mirar al dedo en vez de a la luna, con palabrería que no aporta nada de sustancia, apenas logro enterarme, aparte de que no está acabado ni dice cuándo lo estará, ni qué capacidad tendrá, ni cómo se accederá a él, ni quién lo regirá, ni qué ayudas prestará, en la tónica general de dar más información de la gestión política que de los valores y la utilidad práctica para el ciudadano, de entre la farfolla, decía, apenas consigo saber que allí se incubarán empresas del sector de la innovación y la ingeniería. Qué querrá decir eso, virgen santa (las apelaciones sacras me salen a borbotones en estos días prepasionales; debe ser que me estoy entrenando para estar en forma a semana que viene). Uno ha entendido siempre que la ingeniería sea una profesión y que así entendida sea un sector, ¿pero la innovación? ¿Y eso qué es? ¿Otro sector? Deconstruyo la información y quiero entender que la antigua fábrica textil de Francés Bruno, que se está remozando para albergar el centro de industrias avanzadas (con minúsculas), acogerá empresas que se dediquen a una ingeniería acorde con nuestros días si quieren salir para adelante. Bien está, naturalmente. Confío en que, además de incubar, acaben poniendo algún huevo que ponga sentido a la pompa de la reindustrialización de Béjar, que suena majestuoso, como si volvieran los viejos tiempos textiles, mientras la baba de los sueños nos gotea no por volver a ver obreros yendo a las fábricas, sino por ver la manera de epatar al risueño vecino con unas piscinas climatizadas que le permitan creer que, también en invierno, vive como los más ricos de Béjar. Cosa que, alabado sea el señor, al cabo ha sido más pesadilla que sueño y ha acabado por despertar al munícipe, que ha renunciado a la promesa electoral y donde dije piscina climatizada digo Diego. Para piscinas estábamos, no te digo. Y a ver si llegar ese huevo, por lo menos.
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