domingo, 11 de diciembre de 2011

Las raíces

Con un cierto desdén, ocasionalmente hay quien me pregunta extrañado por la razón de tanto afán bejarano. Cómo explicar, entonces, el sentido vital de Ítaca a quien cree que el mundo es ancho, ignoto y está por conquistar. Ensayadas muchas respuestas, aporto la que dio el jugador Andrés Iniesta cuando un periodista le preguntó por qué tiene bodegas en Fuentealbilla, el pueblecito manchego en el que nació, y por qué ha invertido en el equipo de fútbol de Albacete: “Tengo una familia que me ha inculcado unos valores que me impiden olvidar de dónde vengo y cómo he llegado hasta aquí. Ellos han sufrido, lo han pasado fatal. Cuando sabes que eso pasa, todo lo valoras más. Puede parecer que todo ha sido fácil, pero no es así. Me ha costado llegar, sé de dónde vengo y hago las cosas porque las siento. Todo tiene su relación. Invierto en vino porque lo siento. No ha sido una inversión económica. En la tierra está tu raíz. No es un capricho, son principios. Es la tierra de la que vengo, una finca en mi pueblo. Era una manera de buscar las raíces”.

viernes, 5 de agosto de 2011

La etimología de Cantagallo

De guindas a brevas el semanario Béjar en Madrid acoge en sus páginas algunos trabajos de investigación de los que estoy por afirmar que con seguridad gozan de escasos lectores, pero que sin embargo pasan a formar parte de ese patrimonio que conforma la bibliografía local esencial. Es ducho el semanario en ese sentido, con sus casi cien años de historia. En sus páginas han aparecido algunas de las aportaciones de largo alcance que luego nos han servido a las generaciones posteriores para seguir perfilando la identidad de Béjar.
Es el caso ahora de las cinco entregas que Manuel Marcos Casquero ha publicado a lo largo de mayo y junio con el título de “Sobre el nombre de Cantagallo”. Estoy seguro de que el autor, porque me ha pasado a mí más de una vez, se preguntará si al otro lado de las páginas, una vez publicadas, alguien las habrá leído. Por las mismas, sospecho que cuatro gatos, cinco si me incluyo. Se trata de un estudio de alta filología, como todos los del autor, sobre la más que curiosa etimología del topónimo Cantagallo. Son escasísimos los trabajos de que disponemos para saber por qué los lugares de Béjar y sus alrededores se llaman como se llaman. No es el primero, en todo caso, que Marcos Casquero escribe. Ya en 1973, en otra serie de artículos parecida a ésta, intentó ponerle cerco al propio nombre de Béjar, tan intrigante. Y qué decir del único “diccionario” que tenemos de palabras bejaranas, que él escribió y luego publicó el Centro de Estudios Salmantinos. No seré yo quien redunde sobre todo lo que sabe Marcos Casquero de las interioridades de la lengua bejarana. Baste decir que es nuestro primer filólogo, y por tanto maestro.
Sólo desde la atalaya de esa maestría y los muchos años enterrados en los libros se puede allegar el caudal de datos que aporta para intentar decirnos, entre burlas y muchas veras, qué demonios puede significar el nombre del encantador pueblecito de Cantagallo. Porque desde fuera lo más fácil es dar por hecho lo obvio, que ahí cantó un gallo, tan de Perogrullo como aquel amigo mío que explicaba a un norteamericano curioso que su tierra de Extremadura significaba que era “en extremo dura”. Y luego resulta que no, que las cosas de la ciencia etimológica dicen que aquello son los extremos del Duero. Vaya por Dios.
Marcos Casquero se ha tomado la paciencia de hacer acopio de referencias e hipótesis de toda índole, construyendo suposiciones que luego derriba para acabar donde empezó, no sin sorpresa y regocijo para el lector: resulta que sí, que lo más probable es que signifique lo que la etimología popular afirma, que allí cantó un gallo.
Y si Marcos Casquero lo dice, para mí punto en boca. A ver qué hago yo en adelante, después de haber creído siempre al llorado José Luis Majada, que en otro trabajo de índole toponímica decía que Cantagallo significaba “piedra azul”, y nos dejaba a los filólogos la tarea de decir porqué. Se hubiera reído, el buen sacerdote, con la respuesta que le ha dado Marcos Casquero.

viernes, 22 de julio de 2011

Prodigio

Anuncia la edil de Festejos que las que vienen en septiembre serán unas fiestas un 40% más baratas y sin embargo habrá muchos más actos. No deja de ser maravillosa la alquimia popular para manejarse con la parábola de los panes y los peces. Aleluya, hosana. Hemios llegado, por fin, a la tierra prometida, la de la leche y la miel en abundancia: imiporta que haya mucho mucho mucho, y que sea barato, barato, barato. Eso es hacer país.

miércoles, 20 de julio de 2011

Teoría del Cromo Cambiado

Me entero ahora, tanto tiempo después, de un principio sociológico, mecánico o electoral, que responde al curioso nombre de Teoría del Cromo Cambiado y que fue definido, supongo que hacia 1994, por el diputado popular José Antonio Bermúdez de Castro. Lo dice el periódico El Mundo. Ahora exitosa en Extremadura, y quién sabe en cuántos otros sitios, al parecer la teoría fue aplicada por primera vez en nuestra ciudad y consistió en “descubrir en Alejo Riñones al candidato perfecto para romper el histórico veto de los vecinos de Béjar al PP”.
Y luego dicen que Béjar está en decadencia, cuando hasta sirve de laboratorio político.
Me intriga, en todo caso, saber en qué consiste exactamente el principio del cromo cambiado: ¿acaso en que el candidato sea extremeño de nacimiento? ¿Acaso en que sea obrero? ¿Acaso en que sea de izquierdas? ¿Acaso en que esté repe?
Curioso. Muy curioso.

lunes, 18 de julio de 2011

Procesiones

De un tiempo a esta parte no veo más que procesiones en la calle bejarana, algunas como las de san Antonio o la de la Virgen de la Salud de las que en mi vida había oído hablar. Está bien recuperar tradiciones y fervores. Estoy, sin embargo, expectante por saber qué va a pasar este año el 28 de septiembre, por saber si todas las procesiones van en la misma dirección.

domingo, 17 de julio de 2011

Lucky Peterson se come Béjar

La plaza de toros de El Castañar, de nuevo con el aforo completo y la luna asomada para no perdérselo, echó anoche (esta mañana, más bien) el cierre a la XII edición del Festival Internacional de Blues de Béjar, con un cartel en la cumbre que establecía a priori un duelo entre artistas norteamericanos, padres del invento, e hispanos, discípulos aventajados, con la guitarra como instrumento de discusión. Porque las guitarras fueron, efectivamente, las protagonistas absolutas de la noche, sin asomo de los metales y casi de la armónica hasta el tramo final de la madrugada.
El primero que subió al escenario, al filo de las diez de la noche fue un peso pesado que cuenta en su historial haber compartido tablas con Muddy Waters, John Mayall o Jimi Hendrix: Joe Louis Walker, que traía consigo una línea de músicos donde las cuerdas se triplicaban con las de Murali Coryel y Amar Sundy, además de las suyas. Con ese punto de partida, el foco de luz saltaba de un mástil a otro en un repertorio híbrido que incluyó el blues, pero también el rock y el soul, que hasta ahora no habían aparecido en las anteriores sesiones del festival.
Sin solución de continuidad fue luego el turno de Lucky Peterson, multiinstrumentista ecléctico y cantante generoso que derrochó alegría y fuerza en el recorrido de su hora y media, tiempo sobrado para arrimarse a todos los palos de la música negra con una frescura y diversión que hicieron las delicias de los aficionados, entregados a sus juegos, sus coros y su magia. Terciado el concierto subió al escenario su esposa Tamara y entre ambos pusieron fuego en la arena, cómplices de un público sorprendido y cautivo en una actuación que fue lo mejor del festival.
Justo donde lo dejó Lucky Peterson recogieron el guante los integrantes del tramo final de la noche, bajo el genérico y prometedor rótulo de “Reunión de blues ibérico”, máscara bajo la que es escondían Los Blues Pistols de Santi Campillo, Pepe Bao, Anye Bao y Sooper Hooper, que se instalaron en el hard rock y el funky con evocaciones al amparador blues del que todo nace. El diálogo de los dos lados del Atlántico adquirió maneras de cumbre cuando comenzaron a congregarse sobre el escenario músicos bluseros invitados de los cuatro puntos cardinales de España, hasta quince, que se disputaban el aplauso en una larga jam session que, digámoslo sin apuro, fue la mejor forma de poner remate a una noche de guitarras, por decir noche, porque uno de los últimos invitados se abrió paso hasta el micrófono con un “buenos días” que lo dice todo sobre la intensidad y disfrute de un festival que gana cada año y se ha vuelto cita imprescindible para los aficionados de todo el país.

sábado, 16 de julio de 2011

Raimundo Amador en el coso del blues

Si algo tiene de peculiar y distinto el Festival de Blues de Béjar son las dos jornadas en que la música negra se instala en la plaza de toros de El Castañar, el viejo y querido recinto que se levantó en el siglo XVIII y que este año cumple precisamente trescientos años. Algún viajero inglés de aquellos que recorrían España a lomos de caballería y luego escribían guías señaló su sorpresa por el parecido del paisaje bejarano con el del Tirol. Eso fue antes de que el gran Elliott Murphy viniera y dijera que no, que a lo que se parecía era a Chicago.
Durante tres días los asiduos del blues hemos corrido del Teatro Cervantes al Café La Alquitara para asistir a las dos sesiones que el cartel nos ofrecía. Pero se acabó el pequeño formato: ayer ya pudimos sentar los reales en el escenario central, esa plaza de toros que es un claro abierto al cielo entre los castaños ya acostumbrados al sonido del Mississippi.
Unos mil quinientos aficionados se repartían por la arena y las gradas cuando Jimmy Burns subió a las tablas, un bluesman de la vieja escuela que está saboreando el éxito y el reconocimiento en el último tramo de su trayectoria, después de haberse iniciado en los sesenta y haberse sumido en el olvido en las décadas siguientes. Festivales como éste permiten recuperar artistas que nunca estuvieron en la primera línea, pero sostuvieron la mejor raíz blusera de los padres fundadores, Waters, Holf, King y compañía.
Fue el turno luego de los metales de los ingleses Blue Harlem, una banda retro impecable hasta en la forma de vestir, asumiendo hasta el más mínimo detalle el ambiente escénico de las viejas formaciones que hacían swing al filo del medio siglo pasado, con la poderosa voz de la vocalista Sophie Shaw dando juego a los dos saxos, la trompeta y los teclados de en piezas tan magníficamente adornadas como el Hound Dog rocanrrolero llevado a ese medio tempo del jazz bailón.
Y en esto llegó el trueno y descargó la tormenta. La noche acabó con la juerga prodigiosa de un Raimundo Amador que tiene ganada la gloria hace muchos años y no da sorpresas, salvo la de abrasarte durante dos horas envuelto en las llamas de sus guitarras. Alguien me dijo al lado que había subido al escenario Carlos Santana, por el sombrero y las pintas que llevaba, el bigotito y las gafas, que no eran de sol sino de ver, peajes de la vida. Y no dejaba de tener razón: lo del sevillano no deja de ser el mismo blues latino, pero enriquecido (y mucho) con la veta flamenca aprendida en la familia. En todo caso, basculando hacia un lado u otro, el blues latino o el flamenco, los dedos del genio imponen en la guitarra un sonido propio y reconocible que forjó hace treinta años, cuando se abrió camino con Veneno y Pata Negra, repertorio en el que insistió mucho, sabio sabedor de que el público venía de lejos, en lo geográfico y en lo espiritual.

Blues en Béjar

Con ésta ya son doce las ediciones en las que los veranos de la ciudad salmantina de Béjar han acogido la celebración de su ya consolidado festival internacional de blues, que ha ido cambiando de nombre a lo largo de los años hasta parar en este de Transblues con que desde el año pasado se da a conocer, denominación que está vinculada a su relación con el festival hermano que se celebra en la portuguesa ciudad de Guarda en estas mismas fechas.
Por el escenario bejarano han pasado en años anteriores nombres legendarios del género como Buddy Miles, Poppa Chuby, Joe Turner, Canned Heat, Yardbirds, Dr. Feelgold, John Lee Hooker Jr., Maceo Parker, Anna Popovic o The Fabulous Thunderbirds, o los nacionales Ñaco Goñi, J. Teixi Band, Burning, Javier Vargas o Raimundo Amador, que repite este año.
El festival tuvo su preámbulo en el tradicional curso de aprendizaje de blues que se celebró durante tres días en el mes de junio, en el que los aficionados tienen la posibilidad de iniciarse en la interpretación blusera y además participar luego en jam sessions con los maestros.
Tras su presentación la semana pasada, con concierto incluido, en Madrid y Valladolid, el martes abrió fuego a las diez de la noche en el Teatro Cervantes el quintento lisboeta de bluegrass Stonebones & Bad Spaghetti, que se atrevió a llevar a su territorio el Caravan de Duke Ellington. A medianoche subieron al escenario del Café La Alquitara los extremeños Guitar Not So Slim con un repertorio del mejor blues eléctrico de Chicago.
El miércoles nos trajo el jazz de Nueva Orleans del saxo de Jesse Davis Quartet con un repertorio neobop que caminaba entre Charlie Parker, Sonny Stitt y Cannonball Adderley. Por la noche, en las tablas de La Alquitara fueron Luca Giordano y Quique Gómez, europeos emigrados a Chicago, quienes completaron la jornada.
Ayer jueves era el turno del instrumento más blusero, la armónica del norteamericano Greg Izor, que se subió al escenario del Cervantes respaldado por el quinteto español de los King Bee, dentro de la gira en la que está presentando su primer disco, I Was Wrong. Por la noche, repitieron Luca Giordano y Quique Gómez en La Alquitara.
Mañana viernes el festival se traslada a la plaza de toros de El Castañar para comenzar las dos jornadas grandes y más intensas, con seis horas en cada una de ellas de blues inacabable arropados por los castaños, las estrellas y el espíritu de Robert Johnson.

miércoles, 29 de junio de 2011

Vuelve el fibber

El buen tiempo se ha instalado entre las jaras y los matorrales y el sol atiza todo lo que se mueve con la misma impunidad que un banquero. Los grillos, como italianos en celo, cantan a cielo abierto hasta la pesadez, testarudos en su salmodia de amor. Las terrazas, más que nunca antes, colapsan las aceras para que los fumadores se sientan como de otro tiempo. Ante tales síntomas, no hay ninguna duda de que el verano ha llegado y que la modorra del letargo invernal debe de estar mudándose en el bostezo y desperezo con que el fibber saluda al mundo antes de volver a la vida durante la única semana del año en que se hace visible.

Estamos a las puertas del guitarrazo negro que anuncia el comienzo de una nueva edición del Festival Internacional de Blues de Béjar, ese relámpago nocturno que incendia El Castañar y que tarda en apagarse un par de días. Intuyéndolo, desde lo más profundo de su apartado hábitat el fibber se enfunda en la ropa más cómoda, se desaliña de forma precisa y se mira en el espejo antes de emprender la marcha hasta el abrevadero del blues en que durante una semana se convierte Béjar. El fibber, ya lo habíamos dicho en otras temporadas de veda, no es el británico que se nutre de cerveza y pastillas ante un escenario playero de Benicassim, como el vulgo equivocadamente cree, festival al cabo tan británico en sus modales gamberros. El fibber ancestral es un blusero castizo que se alimenta de calderillo y tintorro, sestea bajo los castaños con paciencia sabia y tararea en inglés meseteño romances de ausencia que un negro en un balancín musitaba en el delta del Mississippi, con un solo diente y una armónica.

La plaza de toros de El Castañar es una especie de barreño de miel donde los bluseros se embadurnan de los doce compases durante dos noches hasta quedar lo suficientemente pringosos como para que los dedos ya no les chasquen. Luego, en ese dulce estado y con la lengua pegajosa, vuelven como los osos al rincón escondido del que salieron, bostezan relamiéndose y se duermen de nuevo con los ojos todavía plateados por el último guitarrazo que hizo temblar y dejó peor alineadas, si cabe, las gradas de la vetusta plaza taurina.

martes, 28 de junio de 2011

El Corpus Christi o los hombres de musgo

El alcalde Riñones ha declarado en estos días previos a la celebración, que estaba entre sus intenciones, aun reconociéndola como difícil, la de solicitar la Declaración de Interés Turístico Internacional para la fiesta del Corpus Christi bejarano. Mérito y vuelo no le falta a la hora de proponerse metas. Nuestra fiesta local no es de menor arraigo y repercusión que los sanfermines pamplonicas, la romería del Rocío onubense o las fallas de Valencia.

Puestos a pensar qué significa exactamente el Corpus bejarano, no he oído ni una sola palabra acerca de la posibilidad de que al acontecimiento acuda cada año el obispo de la diócesis o, si tan alto vuelo tenemos, el cardenal primado de Toledo. Por no decir el nuncio de su Santidad o el mismísimo Benedicto XVI. Parece que el afán de profundizar en el sentido de la fiesta alcanza, creo deducir, su condición más profana, esto es, la que se atiene a la presencia de los hombres de musgo en el entramado escénico.

Dicho de otra manera, si analizamos los componentes que intervienen en la arquitectura de la misma, veremos que se superponen cinco capas: 1) la religiosa, que es la matriz que da sentido y cohesión al espacio simbólico sobre el que se eleva la fiesta; 2) la legendaria, de carácter etnográfico y ciertamente peculiar por su aparente exclusividad y rareza; 3) la política, desde el momento en que se convierte en instrumento de acción municipal y no diocesana; 4) la turística, en tanto que la espiritualidad queda desbordada por el ocio y el entretenimiento de una tournée para contemplar y fotografiar ese monumento efímero (duran un solo día) que son los hombres de musgo; y 5) la económica, porque detrás de todo lo anterior parece que el fin último que lo mueve es una sociedad en crisis necesitada de justificar cualquier apariencia de éxito social como palanca de generación de empleo, riqueza y dinamismo monetario.

No me cabe duda de que tal y como hoy se estructura y se entiende el Corpus bejarano, la importancia de los componentes que acabo de señalar se establece en orden inverso al que los he citado, lo que pone muy de manifiesto la pérdida de valores y la perversión de intereses que suele denunciar monseñor Rouco, aunque en esta ocasión se haga a costa del propio sentido de la exaltación eucarística.

Dado que, pese al barniz, nadie sabemos cuánta ocupación hotelera arrastran los hombres de musgo, digo yo si no sería bueno que los encerráramos en un parque temático, pongamos por caso, cobrando entrada, para ver cuánto dan de si como recurso económico, y dejáramos que la procesión religiosa siguiera su camino, sin que los turistas enturbien con sus cámaras fotográficas el acto de fe.

Porque me pasa lo que al del chiste: no sé si estamos a setas o a rolex.

domingo, 17 de abril de 2011

Bexarófago

“Persona que se alimenta exclusivamente de bejaranadas”.

jueves, 31 de marzo de 2011

La tolerancia, según Martín Mateos

El odio al judío crece en España por la crisis económica JUAN G. BEDOYA - Madrid - 31/03/2011
"No se están haciendo los deberes y la consecuencia es un peligroso crecimiento del antisemitismo". Es la queja de la Federación de Comunidades Judías de España (FCJE) y del Movimiento contra la Intolerancia. Según un informe presentado ayer, España figura a la cabeza de la UE en actos violentos y manifestaciones de odio a los judíos, con un incremento constante por la crisis. "Los judíos tienen mucho poder porque controlan la economía y los medios de comunicación", concluye una encuesta encargada por el Ministerio de Asuntos Exteriores. Lo piensa el 58,4% de los consultados. Más de un tercio (34,6%) tiene una opinión "desfavorable o totalmente desfavorable" de esa comunidad, que en España apenas suma 40.000 personas. El estudio se realizó sobre 1.012 entrevistas a mayores de 15 años. Estos datos avalan otros de una encuesta entre escolares realizada hace un lustro, según la cual la mitad de los estudiantes no querría tener a un chico judío como compañero de pupitre. Curiosamente, es la extrema derecha la que menos rechazo tiene por las comunidades judías (un 34%, frente al 37,7% entre quienes se declaran de centro izquierda). "Si estos datos son correctos, España sería un caso único en Europa, y el país tiene un verdadero problema", destacó el presidente de la comunidad judía, Jacobo Israel Garzón. El responsable del Movimiento contra la Intolerancia, Esteban Ibarra, subrayó esta percepción con una queja contra el Gobierno, por incumplir el compromiso ante la UE de reformar el Código Penal y castigar el odio racial o antisemita en cualquier manifestación. © EDICIONES EL PAÍS S.L. - Miguel Yuste 40 - 28037 Madrid [España] - Tel. 91 337 8200


Hasta ahí la noticia. Probablemente no haya ningún judío viviendo hoy en Béjar, y sin embargo habrá, a tener de tales encuentas, bejaranos antisemitas que les culparán de exceso de poder, usura y posiblemente hasta de la muerte de Jesús, por más que el Papa haya negado tal permanente acusación a través de la Historia. No hay solución, salvo la educación: tuvimos en Béjar un filósofo muy querido en su tiempo que propugnó, enseñó y practicó ese bien social que es la tolerancia hacia el otro, y todas las circunstancias del otro. Hoy el antisemitismo es de izquierdas. Igual da. El odio hacia la minoría muta de lugar pero es igual de pernicioso.

Dura pero digna tarea la del Museo Judío David Medul si sobrepasara los límites del encanto histórico y pusiera en horario escolar la práctica de la tolerancia. Pero también el Ayuntamiento, la Diputación, los centros educativos, los partidos políticos, los entes culturales, los medios de comunicación.

En Béjar, somos hijos de don Nicomedes Martín Mateos.

sábado, 19 de marzo de 2011

Sanbéjar de Barrameda

“Localidad costeña salmantina, famosa por sus langostinos y sus paños finos”.

viernes, 18 de marzo de 2011

Bexarografía

“Radiografía de la actualidad bejarana hecha mediante redes sociales y trolls, que siempre ve males incurables”.

lunes, 14 de marzo de 2011

Patriletras

José María Blázquez de Pedro, Patriletras, tenía una librería justo por debajo de los portales de Pizarro. Allí editó algunos periódicos, Patria y Letras, La Dinamita, allí escribió sus muy numerosos versos que luego publicó en libros y desde allí dirigía el Ateneo Bejarano que fundara. Y, por supuesto, vendía libros. Pero no sólo. Al parecer, en el cristal del escaparate colocó un aviso en letras de molde en el que simplemente decía: “Ya los hay”. Se refería a los condones, que él vendió el Béjar por vez primera.

sábado, 12 de marzo de 2011

Bejatorio

“Asunto bejarano que produce humillación o sonrojo”.

Las calles tienen tu nombre, novela de Óscar Rivadeneyra

De manera silenciosa, el profesor, pintor y escritor Óscar Rivadeneyra ha publicado una novela. Llegó a las librerías a últimos de diciembre pasado y lleva el título de Las calles tienen tu nombre. La edición parece que corrió a cargo de TGC Cultural, un nuevo sello editorial bejarano que con esta obra parece abrir catálogo, o cuando menos cobijo.
El autor, de ya larga trayectoria en la vida cultural bejarana, era hasta ahora conocido sobre todo por su actividad pictórica, y en menor medida periodística, pero nos ha sorprendido ahora con esta incursión en la narrativa que sólo podemos elogiar, al tiempo que recomendar su lectura a todos aquellos (tan escasos y menguantes) que aúnan afecto a la literatura y a la reflexión sobre el devenir de Béjar.
Porque, efectivamente, ese es el cruce de intereses en que Rivadeneyra ha fijado el propósito de esta exquisita novela. Por una parte tenemos un ejercicio literario que he de reconocer de alto esfuerzo: la novela no se deja leer fácilmente, hay que estar muy atento al uso de la palabra, de una densidad absoluta, en la que nada es superfluo y cada frase produce giros en los que el lector distraído puede perder el hilo de Ariadna con que Rivadeneyra ha tejido una trama en varios niveles que multiplican el disfrute de la narración. Uno de ellos, el más obvio, es el del bildungsroman, la novela de formación: el protagonista Miguel es un púber enamorado de una chica unos años mayor que él, pero que a su vez no deja de ser ella también una adolescente; a través de esta situación, excusa más que eje central de la novela, conocemos la evolución y maduración de los sentimientos del chico que está despertando a la vida. No tendría valor para los lectores bejaranos si la novela sólo tratara de un lazarillo más que se da de coscorrones en un puente romano y toma conciencia de sí mismo. El valor bejarano de la novela y el mérito de Rivadeneyra está en haber situado al protagonista como observador ajeno, con una mirada abarcadora y escrutadora, en el borde del círculo cerrado en el que se movía una burguesía decadente que estaba a punto de colapsar, y a partir de ahí dibujar un magnífico retrato de ese desmoronamiento, en los años inmediatamente posteriores a la muerte de Franco.
El bisturí de Rivadeneyra saja ahí el panorama de contradicciones en el que la endogamia de la burguesía textil bejarana camina desde un mundo amurallado y cerrado a un mundo poroso, dubitativo y premonitorio de su extinción. Así, la novela oscila con sutileza máxima entre un Béjar eludido y un Béjar aludido, pero lateral en todo caso, sin alcanzar en ningún momento el escenario central, que está siempre ocupado por esa mirada de intruso asomado a la tapia tras la que se divierte la muchacha rubia de ojos azules, metáfora definitoria de la secular relación entre la ciudad y su burguesía.
Desde otro punto de vista, más entretenido, la novela se ambienta en los años más cruciales de la Transición, con acertada inserción de hechos, circunstancias y anécdotas reales que sucedieron en Béjar en aquellos años, como la llegada al poder municipal de los socialistas con Juan Belén Cela al frente, pero no deja de ser un mero trasfondo que no le roba el plano en ningún momento a la reflexión sobre el origen primero de la decadencia general de Béjar que hoy padecemos.
Al paso, el lector se regocijará enormemente en el juego de desentrañamiento de los nombres falsos u ocultos bajo los que se esconden otros reales, porque la novela también adquiere, para mayor disfrute, la forma de roman à clef, novela en clave donde detrás de la mención a un triste tigre, por ejemplo, se está aludiendo a un arqueólogo o a un médico conocido, seguramente.
[Publicado en Béjar en Madrid, n.º 4.642, 4 de marzo de 2011]

Erre que erre con el Palacio Ducal

Vuelta la burra al trigo. En vísperas electorales, y en medio de una sufrida crisis que todo se lo lleva por delante, tanto el PP como UPS locales al vuelto a meditar sobre la conveniencia el uno de volver sobre los pasos andados y ubicar el ansiado Parador de Turismo en la finca de El Bosque, mientras que el otro preferiría llevarlo al Palacio Ducal.
En mala hora el señor duque se vino abajo y nos dejó esa herencia. El Palacio Ducal fue malviviendo desde su compra en 1869 con un uso escolar y luego militar, pero en verdad nunca supimos qué hacer con él y hemos tratado de quitárnoslo de encima a toda costa. Cuando Alfonso XIII visitó Béjar, las autoridades le entregaron una carta en la que le ofrecían el palacio para un uso militar o para lo que fuera, pero que se hiciera cargo y que a la municipalidad no le costara un duro. No funcionó. Franco nunca vino, pero se lo hubieran ofrecido igual. Cuando vino el ministro de Educación Nacional Ruiz-Giménez se le volvió a ofrecer para uso universitario y dijo que se lo pensaría. También El Bosque se le ha ofrecido a la Universidad, pero hace una docena de años que no sabemos qué hacer con él ni cómo quitárnoslo de encima.
Estas luces son las que nos alumbran.

jueves, 10 de marzo de 2011

Hoyamoros

Qué demonios de relación anónima, fortuita o telúrica podrá haber en el hecho de que el punto de nacimiento del río Cuerpo de Hombre en la sierra de Béjar lleve el nombre de Hoyamoros, tan de la misma procedencia que el que lleva el punto más alto de toda la península Ibérica, en Sierra Nevada: Hoya de la Mora.

sábado, 5 de marzo de 2011

To

1. “Voz de exclamación que pronuncian los nativos para demostrar que son de Béjar”. 2. “Exhibición idiomática que limpia, fija y da esplendor frente a Salamanca y el resto del mundo”. 3. “Abreviación local de la expresión cagüentó”. 4. “Bilingüismo minimalista”.

Agua de Estigia

«Y aun no se me figura que me toca
aqueste oficio solamente en vida;
mas con la lengua muerta y fría en la boca
pienso mover la voz a ti debida.
Libre mi alma de su estrecha roca
por el Estigio lago conducida,
celebrándote irá, y aquel sonido
hará parar las aguas del olvido.»

GARCILASO DE LA VEGA

Sociedad civil

En estos días oigo mucho en los medios de comunicación generales la expresión sociedad civil en relación con los acontecimientos que están teniendo lugar en el Magreb. Entiendo bien el sentido que pueda tener en ese contexto, en tanto que contraste con el fuerte autoritarismo, si no la dictadura, del poder establecido. La invocación a esa perífrasis es un llamamiento contra el poder militar y la fuerza bruta.
Lo entiendo menos cuando veo la misma expresión en algún medio de comunicación bejarano y aplicado al poder local. La hinchazón retórica de palabras sonoras para cargarse de razón roza el peligro, cuando no la insensatez, del populismo, tan nefasto como el autoritarismo.

sábado, 19 de febrero de 2011

Musgo

“Moqueta natural, pero carísima, que se usa como traje para seducir turistas”.

Ratón de la Riva I

Al alcalde de Valladolid (vaya pájaro) le dijeron los leonesistas (otros que) que la ciudad que rige no es la capital de la comunidad autónoma, como dice la web municipal pucelana. Me la suda, vino a decir el ginecólogo de doña Ana Botella: lo mantengo. El suceso ha sido como el de aquella errata que Neruda encontró en una corrección de pruebas: “La mantengo. Mejora el texto”, firmó. Lo mismo.
No hay quien pueda con él. Se ha vuelto tan genial que bien se merece prestarle un poco de atención, seguirle los pasos y darles aire, porque el traje de bufón parece que le cae cómodo. Es un digno discípulo de don Francés: mata con la lengua. Sus bufonadas, excesos premeditados y medidos (no conviene perder la alcaldía: se acabaría el estrado desde el que hacer piruetas ante los cortesanos y servidumbres), no alcanzan la exquisitez del sastre bejarano del Renacimiento, pero llenan la boca de risas.
Hagámosle honores, hasta que le den de cuchilladas por sus boutades.

Don Francés en el Tranco del Diablo

Mitos, leyendas e historias prodigiosas de la tradición salmantina es un libro de Raúl Martín que apareció en octubre pasado, publicado por el Instituto de las Identidades, de la Diputación de Salamanca. Se incluyen bastantes relatos bejaranos, asunto sobre el que ahora no entraré. Uno de ellos pretende narrar la leyenda del Tranco del Diablo, ya saben, todo aquello de que allí perdió una bota, pero se entretiene el autor en estirar y estirar el relato, supongo que con la loable intención de que ocupe dos páginas.
Afanado en ese empeño, en el penúltimo párrafo afirma el autor que “cuentan los más viejos del lugar que hay algo mágico en este paraje. De hecho, son muchos los relatos transmitidos de generación en generación que hablan de fatales desenlaces en las cercanías, ya sean lugareños perdidos por sus senderos, jovenzuelos heridos durante sus correrías o historias de traiciones y desamores. Destaca una acontecida en las inmediaciones de este lugar, en las conocidas como fincas del Molino del Fraile y Navarredonda. Se dice que allí vivió el bufón del rey Carlos I de España, también emperador de los territorios que hoy comprenden Alemania y el centro de Europa. Misteriosamente, fue apuñalado por la espalda, al parecer por noble mandato”.
Y digo yo: ¿quiénes son los más viejos del lugar? ¿Los más viejos del Tranco del Diablo? ¿Los de Béjar? ¿Los de Montemayor, los de La Calzada, los de Puerto? ¿Con quién ha hablado este hombre para hablar con esa impropiedad? Jamás he oído decir a nadie que haya nada mágico en el paraje del Tranco del Diablo. Es un lugar prácticamente inaccesible, que casi nadie visita, del que casi nadie recuerda ni la facecia de la bota y que sólo es conocido apenas por las fotografías del hermoso lugar.
Y digo yo: si hay muchos relatos tradicionales ambientados en las cercanías, de los que incluso da ejemplos nominales, ¿por qué no los ha incluido en el libro para que todos los podamos leer? Porque yo no conozco ni uno, ni de los que menciona ni de otros. Y digo yo otra vez: si el libro recoge mitos, leyendas e historias prodigiosas, esto es, literatura tradicional popular, ¿qué carajo pinta ahí, mutado en fantasía, el bufón, tan real él? Nada tiene que ver el Tranco del Diablo con el Molino del Fraile, como nada tiene que ver la Fuente del Lobo con el Regajo de los Moros, por más cerca que estén, a efectos de literatura oral. Es más: nada tiene que ver don Francés de Zúñiga con el Molino del Fraile: tan sólo vivió en Navarredonda.
Y ya que el Pisuerga pasa por el Tranco del Diablo, me pregunto a qué tipo de relato, de los muchos que se han transmitido de generación en generación, según el autor, corresponde el traído por los pelos y a destiempo de don Francés de su asesinato: ¿al de “lugareño perdido por sus senderos”? ¿Al de “jovenzuelo herido durante sus correrías” ¿Al de “historias de traiciones y desamores”?
Remato: don Francés no fue apuñalado por la espalda, sino que peleó de cara y le hirieron en los brazos y en un costado. Y no le mataron en el Tranco del Diablo, sino en alguna calle de Béjar. Es lo que tiene meterse en fregaos de literatura oral, que si el autor no anda fino se le puede ir de la mano: no puede venir de la tradición, de los más viejos del lugar, de generación en generación, lo que sólo hace 25 años que apareció en los archivos.
Ay, Señor, lo que son los excesos de la retórica y la falta de rigor.

jueves, 17 de febrero de 2011

Museo Judío

Leo unas declaraciones de Hannah, hija de Franz Ronsenthal, superviviente de Buchenwald, comisionada ahora por Obama para combatir el antisemitismo, en las que afirma que "el 46% de los españoles tiene opiniones negativas sobre los judíos, cuando prácticamente no viven con judíos". Cierto. Nunca deja de latir en una sociedad homogénea como la nuestra la aversión hacia el otro.
Mucho tendrá que esforzarse el Museo Judío bejarano para ser útil en su misión de propagar la convivencia y la tolerancia entre distintos. No basta con custodiar un legado histórico y celebrar conferencias y exposiciones. Y sobre todo, no basta con servir a fines turísticos. Era inquietante el titular de un periódico provincial que hace unos días titulaba su crónica bejarana con la frase "la población inmigrante supone ya el 4,5 por ciento de los habitantes". Me pregunto qué querría decir ese adverbio de tiempo, ya. Luego, al describir la procedencia, se resalta que "las personas procedentes de África alcanzan las 280 personas, y las de origen marroquí se sitúan ya en 109". ¿Es consciente el redactor de las implicaciones de ese adverbio de tiempo, ya? ¿Sabe algo de gramática y lo que ésta implica en la creación de una opinión pública?
Mucho tendrá que esforzarse el Museo Judío para no ser sólo un depósito de un pasado petrificado y hermoseado.

jueves, 10 de febrero de 2011

Una historia de éxito colectivo

Béjar fue un importante centro de manufactura textil desde finales del siglo XVII hasta el ocaso del siglo XX. A lo largo de esos 300 años de actividad, la ciudad salmantina tuvo que reinventar varias veces su principal industria. En los albores del siglo XVIII acogió en la ciudad a los maestros flamencos. Durante el siglo XIX incorporó los nuevos procesos de producción desarrollados en la Revolución Industrial. Y a comienzos del siglo XX atrajo a la pujante industria catalana. En las últimas décadas del siglo XX, los habitantes de Béjar se enfrentaban a un desafío mayor que todos los anteriores. La actividad que había alimentado a 10 generaciones de bejaranos empezaba a ofrecer síntomas de agotamiento. ¿Sabrían ingeniarse también esta vez un nuevo futuro colectivo?

Un puñado de empresas locales salió adelante gracias a su apuesta por la calidad, la especialización y la exportación; hoy dan trabajo a cerca de medio millar de empleados, manteniendo con orgullo la tradición textil local.

Al tiempo hubo quien quiso avanzar en otra dirección. Un antiguo alumno de la Escuela de Ingeniería de Béjar, Francisco Maestre, tuvo el sueño de instalar en el municipio una planta de producción de captadores solares térmicos y paneles fotovoltaicos de última generación. El reto no era menor, pero logró seducir de forma sucesiva a trabajadores, Ayuntamiento, otros socios inversores y la Universidad.

En 2007, sobre las antiguas instalaciones de una fábrica textil condenada al cierre, se puso en marcha una planta solar que hoy da empleo a casi un centenar de trabajadores, buena parte de ellos antiguos empleados de la textil que se han esforzado para formarse en el desempeño de nuevas funciones.

El sueño de Maestre nunca hubiera fraguado sin el empuje de ese espíritu emprendedor colectivo.

El Acuerdo Social y Económico presentado el pasado 2 de febrero por Gobierno, sindicatos y organizaciones empresariales incluye un paquete de medidas sobre política de innovación. Hablamos de un hecho inédito, aunque el documento comparte algunos elementos con los Pactos de la Moncloa, en 1977 no se hacía mención alguna a la investigación y la innovación.

El impulso que el Acuerdo da al empleo en I+D y a la creación de empresas tecnológicas, con instrumentos como el capital riesgo o la compra pública, es una apuesta por los innovadores y los emprendedores. Pero la innovación no es una apuesta "de casino": es una inversión con retorno asegurado, la única vía sostenible para las economías avanzadas.

El presidente Obama lo expresó con pragmatismo anglosajón en su reciente Discurso del Estado de la Unión: "La innovación no solo es algo que nos cambia la vida; es lo que hacemos para ganarnos la vida".

La innovación exige, del lado del emprendedor, capacidad creativa y voluntad de arriesgar. Sin nuevas ideas no hay innovación, pero tampoco hay innovación sin personas dispuestas a comprometer su talento, sus recursos y su tiempo para poner tales ideas en práctica. Para que la innovación sea además un proceso transformador de la sociedad, debe sumar confianza y tolerancia al fracaso por parte de su entorno.

Las medidas en materia de innovación que establece el Acuerdo Social y Económico se dirigen, en primer término, a dar apoyo a los emprendedores y a mejorar las condiciones para que nuestro esfuerzo en I+D se transforme en riqueza y empleo -cabe recordar que en el lustro comprendido entre 2005 y 2009 España invirtió en I+D más que en los 12 años anteriores-. Pero conviene tener presente que construir una sociedad innovadora requiere algo más que investigar, patentar y desarrollar nuevos productos y procesos. La innovación es por encima de todo una actitud que puede, y en este momento debe, comprometer a cualquier ciudadano en múltiples aspectos de su vida. Y allá donde esté un trabajador, un emprendedor, una empresa o un municipio comprometido con la innovación, allí estará el Gobierno para apoyarle. El Gobierno no puede emprender por ellos, pero compartirá su riesgo y fomentará la confianza de todos en su esfuerzo.

La historia colectiva de Béjar nos demuestra que la innovación es para sus habitantes algo más que una forma de cambiar de vida: es su manera de ganarse la vida. Los bejaranos conocen bien las dificultades de la crisis y la falta de empleo, innovar es su manera de no rendirse. Para ellos siempre ha sido así. Por eso se hizo realidad el sueño de Maestre. Por eso han merecido todo el apoyo del Gobierno.

La empresa de energía solar de Béjar ha consolidado su actividad gracias a un gran proyecto de I+D financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, dentro del programa Cénit. El municipio fue distinguido el pasado enero como Ciudad de la Ciencia y la Innovación -un reconocimiento a la importancia de los entornos locales en la promoción del conocimiento y el cambio de modelo productivo-.

A los españoles nunca nos han faltado motivos para confiar en nuestra creatividad. El riesgo, la capacidad de compartir éxitos y fracasos, son valores de los que en anteriores ocasiones de nuestra historia hemos podido presumir. La innovación no es la meta de unos pocos, es el camino de todos. ¿A qué estamos esperando?

Cristina Garmendia Mendizábal, ministra de Ciencia e Innovación, El País, jueves 10 de febrero de 2011, p. 27.