Qué le vamos a hacer, se me ha puesto entre ceja y ceja y ando con la escopeta al hombro sabiendo que la avutarda no ha de aparecer, pero estas cosas no se pueden evitar. Uno, en la desesperanza, no deja de cebar esa lucecita de que al cabo aparecerá en el cielo y la pieza caerá.
Me van a perdonar los lectores, aun a riesgo de perderlos, si vuelvo sobre el asunto de la indiferencia de la conmemoración de la guerra de la Independencia en nuestra ciudad abúlica. Me ha llegado por correo electrónico el programa con que el Ayuntamiento de Salamanca recordará el acontecimiento histórico entre el 19 de abril y el 6 de septiembre, con un ciclo de conferencias en el Teatro Liceo en el que intervendrán Tomás Pérez Delgado, Ricardo Robledo, Eugenio García Zarza, Francisco Morales, M.ª Nieves Ruipérez Almajano, José María Hernández Díaz, Lina Rodríguez Cacho, Dámaso García Fraile e Irene Vallejo González, que hablarán de los muy diversos aspectos que entrañan al asunto.
Es solo el comienzo. Me consta que la Diputación de Salamanca está preparando una gran exposición al respecto y publicará algún que otro libro. Y no digamos lo que está previsto en el propio Arapiles en las fechas coincidentes con la decisiva batalla que allí tuvo lugar, con representación en vivo y participación internacional. Ciudad Rodrigo ya hizo lo suyo en estos años pasados.
Frente a ello, sigue el mutismo local, como si aquí nunca hubiera ocurrido nada, como si en Béjar la trifulca que rompió la historia de este país hubiera pasado de largo. Aquí parece que estamos solo al Corpus Christi, la Virgen del Castañar, la Semana Santa y Mateo Hernández. A este paso vamos a tener que rectificar aquel atinado aserto de José Luis Majada cuando dijo que el feudalismo en Béjar no había acabado hasta el siglo XIX. Pues va a ser que todavía sigue ahí, que persistimos como papanatas en darle coba a los duques, venga con el palacio ducal para arriba y venga con El Bosque para abajo, como si en agosto de 1812 la burguesía local no hubiera tomado el mando de la ciudad.
El Ayuntamiento mirando para un lado, el Centro de Estudios Bejaranos mirando para otro y la avutarda sin aparecer. Qué tropa, que dijo Romanones.
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