Ya dijo Henri Bergson que el resbalón con la piel de plátano en la calle nos hace reír a todos aunque intrínsecamente no tenga ninguna gracia, así que habrá que categorizar de la misma manera que la concejala de Educación y el propio alcalde supongan los restos mortales de Valeriano Salas en Madrid al mismo tiempo que le tributan un homenaje. Ninguna gracia tiene que antes de pronunciarse no tuvieran a mano un mínimo dossier con los hechos fundamentales del homenajeado, pero tampoco es agravio mayor: estoy seguro de que el noventa y nueve por ciento de los bejaranos no solo ignoran dónde yace, sino siquiera quién fue Valeriano Salas. Cuando menos la anécdota ha servido para que todos nos enteráramos del lugar de la última morada del fundador de la Revista Geográfica Española.
No deja de extrañar que el Ayuntamiento haya decidido organizar unas actividades en torno a la figura de Salas con motivo del cincuentenario de su fallecimiento, cuando hace apenas unos meses no movió ni las pestañas ante el hecho de que uno de los cuadros de su legado, el Semíramis ante la ciudad de Babilonia de Marten van Valckenborch, formara parte de la exposición Arquitecturas pintadas en el Museo Thyssen, rareza que no suele ocurrirle al patrimonio cultural bejarano y que bien podría haber aprovechado mejor para promocionar y dar a conocer a Salas.
Con todo, bienvenido sea el programa de actividades en su honor, dedicado en su mayor parte a dar a conocer entre los escolares la figura de Salas. Vayan mis parabienes para la concejalía por esta rareza de salirse de la rutina y poner la mirada en un personaje que yace en la sombra sin que se le haya agradecido públicamente que gracias a él Béjar tuviera su primer museo: sin su legado de 1966, la decisión municipal de abrir el primer museo que tuvo la ciudad, tomada un par de años antes, hubiera carecido de sentido.
La riqueza del inventario de obras donadas por Salas es de tal calibre que bien merecería que se estuviera hablando de ello de forma permanente y dedicándole más atención que la fugaz de una primavera cincuentenaria. Pero me temo que pasada esta, nos dedicaremos a otra cosa, mariposa.
El próximo 10 de agosto se cumplen doscientos años de la lectura íntegra en la plaza Mayor de la Constitución de Cádiz, la primera que tuvo este país, el primer hecho de la modernidad de la historia bejarana, que dio lugar al liberalismo que hizo de Béjar una ciudad distinta y señera. Supongo que esto no hay que divulgarlo entre los escolares, no vaya a ser que de mayores se hagan liberales como sus bisabuelos.
No deja de extrañar que el Ayuntamiento haya decidido organizar unas actividades en torno a la figura de Salas con motivo del cincuentenario de su fallecimiento, cuando hace apenas unos meses no movió ni las pestañas ante el hecho de que uno de los cuadros de su legado, el Semíramis ante la ciudad de Babilonia de Marten van Valckenborch, formara parte de la exposición Arquitecturas pintadas en el Museo Thyssen, rareza que no suele ocurrirle al patrimonio cultural bejarano y que bien podría haber aprovechado mejor para promocionar y dar a conocer a Salas.
Con todo, bienvenido sea el programa de actividades en su honor, dedicado en su mayor parte a dar a conocer entre los escolares la figura de Salas. Vayan mis parabienes para la concejalía por esta rareza de salirse de la rutina y poner la mirada en un personaje que yace en la sombra sin que se le haya agradecido públicamente que gracias a él Béjar tuviera su primer museo: sin su legado de 1966, la decisión municipal de abrir el primer museo que tuvo la ciudad, tomada un par de años antes, hubiera carecido de sentido.
La riqueza del inventario de obras donadas por Salas es de tal calibre que bien merecería que se estuviera hablando de ello de forma permanente y dedicándole más atención que la fugaz de una primavera cincuentenaria. Pero me temo que pasada esta, nos dedicaremos a otra cosa, mariposa.
El próximo 10 de agosto se cumplen doscientos años de la lectura íntegra en la plaza Mayor de la Constitución de Cádiz, la primera que tuvo este país, el primer hecho de la modernidad de la historia bejarana, que dio lugar al liberalismo que hizo de Béjar una ciudad distinta y señera. Supongo que esto no hay que divulgarlo entre los escolares, no vaya a ser que de mayores se hagan liberales como sus bisabuelos.
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