Bien, veamos: por una parte hemos tenido un rifirrafe de declaraciones entre la Alcaldía y Gecobesa sobre si se ha emitido factura o no se ha emitido, sobre si se deben de pagar o no 600.000 euros de canon anual a las arcas municipales por la gestión de la estación de esquí. No me he aclarado si al final se iban a (tener que) pagar o no, porque Gecobesa ha hecho el Don Tancredo y ha dicho que vengan otros a hacer las cuentas. Pero todo parece indicar que no van a entrar esas perras en el arcón del tesoro municipal, más roído que el baúl donde el ciego guardaba los bodigos que Lázaro de Tormes se comía a escondidas.
Por otra parte sabemos que la falta de caudal en el magro Cuerpo de Hombre, río cada vez menos productivo y vago, no mueve las turbinas hidrológicas de Samuel Solórzano y Tranco del Diablo, por lo que las turbinas económicas municipales también están dejando de moler trigo por valor ya de 750.000 euros, de lo que se deduce que de seguir así no va a quedar un bodigo que el mísero pero avispado Lázaro de Tormes se pueda llevar a la boca municipal bejarana, porque el arcón está poco menos que criando telarañas, esos ornatos que crecen en las esquinas donde habita el vacío.
Mal pinta la suma de lo uno con lo otro, que en realidad es resta. El silogismo se vuelve transparente a poco que uno concatene efectos y consecuencias: como no nieva no hay esquiadores, por lo que no hay ingresos en la estación de esquí, razón de que hablar del canon pagable al ayuntamiento (hoy o en el año de la quimera) sea risible y el arcón quede sin tintineo de monedas; y como no nieva, vuelta la burra al trigo, no hay agua que vaya a parar al Cuerpo de Hombre y por lo tanto no se mueven los molinos municipales, ergo no hay electricidad que vender a Iberdrola, de lo que se vislumbra que no hay maravedíes que brillen en la palma de la mano municipal.
La conclusión del silogismo parece conducir a donde nadie querría: con la palma de la mano vacía por falta de doblones por culpa del cambio climático en el que no cree el primo de Rajoy, el bofetón en el bolsillo del contribuyente bejarano se anuncia en lontananza, digamos el año que viene, por ejemplo. Permítanme que parodie el dicho salmanticense universitario que entenderán perfectamente: “Quod Natura non dat, bexariensis praestat”. Que en cristiano al libre modo quiere decir que lo que la Naturaleza no otorga, lo van a poner los bejaranos.
Atentos pues, porque todo tiene visos de que los lloros municipales van a ser enjugados con el pañuelo de las tasas por colgar la ropa a secar en los balcones, por irse a merendar a la Fuente del Lobo o por echar tomillo a los pies del Santísimo Sacramento, que queda la calle luego como si hubiera habido un botellón espiritual y hay que barrerlo todo, sin pagar IBI ni impuesto municipal de recogida de basuras.
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