Estando un día el Emperador en el Alcázar de Segovia ... entró este Gonzalo del Río, regidor de Segovia, y díjole este Francesillo:
─ Cuando entrasteis, estaba yo suplicando al Emperador que os hiciese merced de aquel lugarillo ...
Y como el Emperador callase, volvió el don Francesillo:
─ Mas en esto del dar no hay que hablar con su Majestad.
Este regidor era opuesto del Francesillo, con quien andaba tan discreto y gracioso que siempre que se juntaban le concluía y atajaba y le hacía callar, de que el emperador gustaba mucho; y ansí en entrando el regidor, le hacía del ojo para que comenzase con él plática.
[Acotación al margen de la Crónica burlesca, Biblioteca Nacional, ms. 1838, fol 43v]
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