A la tristeza de la ciudad [de Burgos] corresponde la del cielo, casi siempre nublado, siendo raro ver el sol limpio, por lo cual no decía mal don Francés: “Que Burgos traía luto por toda Castilla, y que el sol, como las otras cosas, viene a Burgos de acarreo”.
[Andrea Navagero, Viaje por España (1524-1526), Madrid: Turner, 1983, pp. 80-81]
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