miércoles, 25 de abril de 2012

Anecdotario de don Francés de Zúñiga (8)

En un juego de cañas que se hizo en Valladolid, salió un caballero muy cano vestido de verde. Y, al pasar de la carrera, cayósele la máscara, y quedó la calva de fuera. Preguntó el Emperador al truhán don Francés:

─ ¿Qué te parece de aquel caballero?

Respondió:

─ Que no he visto en mi vida puerro que tan bien haya pasado la carrera.

[Melchor de Santa Cruz, Floresta española, Toledo, 1574, VII, II, xxxi]

La avutarda

Qué le vamos a hacer, se me ha puesto entre ceja y ceja y ando con la escopeta al hombro sabiendo que la avutarda no ha de aparecer, pero estas cosas no se pueden evitar. Uno, en la desesperanza, no deja de cebar esa lucecita de que al cabo aparecerá en el cielo y la pieza caerá.
Me van a perdonar los lectores, aun a riesgo de perderlos, si vuelvo sobre el asunto de la indiferencia de la conmemoración de la guerra de la Independencia en nuestra ciudad abúlica. Me ha llegado por correo electrónico el programa con que el Ayuntamiento de Salamanca recordará el acontecimiento histórico entre el 19 de abril y el 6 de septiembre, con un ciclo de conferencias en el Teatro Liceo en el que intervendrán Tomás Pérez Delgado, Ricardo Robledo, Eugenio García Zarza, Francisco Morales, M.ª Nieves Ruipérez Almajano, José María Hernández Díaz, Lina Rodríguez Cacho, Dámaso García Fraile e Irene Vallejo González, que hablarán de los muy diversos aspectos que entrañan al asunto.
Es solo el comienzo. Me consta que la Diputación de Salamanca está preparando una gran exposición al respecto y publicará algún que otro libro. Y no digamos lo que está previsto en el propio Arapiles en las fechas coincidentes con la decisiva batalla que allí tuvo lugar, con representación en vivo y participación internacional. Ciudad Rodrigo ya hizo lo suyo en estos años pasados.
Frente a ello, sigue el mutismo local, como si aquí nunca hubiera ocurrido nada, como si en Béjar la trifulca que rompió la historia de este país hubiera pasado de largo. Aquí parece que estamos solo al Corpus Christi, la Virgen del Castañar, la Semana Santa y Mateo Hernández. A este paso vamos a tener que rectificar aquel atinado aserto de José Luis Majada cuando dijo que el feudalismo en Béjar no había acabado hasta el siglo XIX. Pues va a ser que todavía sigue ahí, que persistimos como papanatas en darle coba a los duques, venga con el palacio ducal para arriba y venga con El Bosque para abajo, como si en agosto de 1812 la burguesía local no hubiera tomado el mando de la ciudad.
El Ayuntamiento mirando para un lado,  el Centro de Estudios Bejaranos mirando para otro y la avutarda sin aparecer. Qué tropa, que dijo Romanones.

viernes, 13 de abril de 2012

Valeriano Salas

Ya dijo Henri Bergson que el resbalón con la piel de plátano en la calle nos hace reír a todos aunque intrínsecamente no tenga ninguna gracia, así que habrá que categorizar de la misma manera que la concejala de Educación y el propio alcalde supongan los restos mortales de Valeriano Salas en Madrid al mismo tiempo que le tributan un homenaje. Ninguna gracia tiene que antes de pronunciarse no tuvieran a mano un mínimo dossier con los hechos fundamentales del homenajeado, pero tampoco es agravio mayor: estoy seguro de que el noventa y nueve por ciento de los bejaranos no solo ignoran dónde yace, sino siquiera quién fue Valeriano Salas. Cuando menos la anécdota ha servido para que todos nos enteráramos del lugar de la última morada del fundador de la Revista Geográfica Española.
No deja de extrañar que el Ayuntamiento haya decidido organizar unas actividades en torno a la figura de Salas con motivo del cincuentenario de su fallecimiento, cuando hace apenas unos meses no movió ni las pestañas ante el hecho de que uno de los cuadros de su legado, el Semíramis ante la ciudad de Babilonia de Marten van Valckenborch, formara parte de la exposición Arquitecturas pintadas en el Museo Thyssen, rareza que no suele ocurrirle al patrimonio cultural bejarano y que bien podría haber aprovechado mejor para promocionar y dar a conocer a Salas.
Con todo, bienvenido sea el programa de actividades en su honor, dedicado en su mayor parte a dar a conocer entre los escolares la figura de Salas. Vayan mis parabienes para la concejalía por esta rareza de salirse de la rutina y poner la mirada en un personaje que yace en la sombra sin que se le haya agradecido públicamente que gracias a él Béjar tuviera su primer museo: sin su legado de 1966, la decisión municipal de abrir el primer museo que tuvo la ciudad, tomada un par de años antes, hubiera carecido de sentido.
La riqueza del inventario de obras donadas por Salas es de tal calibre que bien merecería que se estuviera hablando de ello de forma permanente y dedicándole más atención que la fugaz de una primavera cincuentenaria. Pero me temo que pasada esta, nos dedicaremos a otra cosa, mariposa.
El próximo 10 de agosto se cumplen doscientos años de la lectura íntegra en la plaza Mayor de la Constitución de Cádiz, la primera que tuvo este país, el primer hecho de la modernidad de la historia bejarana, que dio lugar al liberalismo que hizo de Béjar una ciudad distinta y señera. Supongo que esto no hay que divulgarlo entre los escolares, no vaya a ser que de mayores se hagan liberales como sus bisabuelos.

miércoles, 11 de abril de 2012

Ejercicios Espirituales

Señora de Béjar: si tienes sirvientas, tienes una responsabilidad ante Dios. Has de mirar por el alma de esa sirvienta. Envíala a la parroquia de San Juan a los Ejercicios Espirituales [anuncio publicado en Béjar en Madrid, 1671 (27.3.54), p. 8].

Mundanal ruido

Una semana al año se impone un retiro del mundanal ruido para dedicarla al silencio y la meditación. Todo se interrumpe y es el momento adecuado para el recogimiento y la desconexión de lo que ocurre fuera. Suelo encerrarme en casa no tanto por decisión como por aislamiento, dado que en el exterior todo es bullicio y trajín, marabunta confusa que acapara calles y vuelve los movimientos de uno dubitativos y huidizos con tal de no dar de bruces con el brillo y el sonido.
Suelo apilar en estas circunstancias una docena o dos de libros, los mejores amigos del hombre porque hablan solo si les preguntas y callan cuando los dejas en reposo. De uno a otro me voy evadiendo por la poesía, por la historia, por la lengua, por los paisajes desconocidos, por las aventuras de personajes que tras la última página no me exigen que me vaya tras ellos el resto de mis días. La radio, la televisión, los periódicos o internet enmudecen durante ocho días porque al menor descuido el intrusismo de la actualidad me devuelve a la realidad que todo lo invade y echo a perder la fuga preparada a conciencia. Corro las cortinas y en la penumbra del aire quieto el sofá se hace hábitat de renegado en busca de una isla desierta.
La cura eremita urbana a la que me someto no deja de ser una higienización contra los excesos de redobles y trompeterío con que la vida moderna, incluida la espiritual, lo llena todo de consumo y espectáculo, celebración de lo externo en un mercado, también espiritual, de ropaje low cost. Semeja en algo, pero a lo pobre, a esos hedonistas que tras la opípara navidad se internan durante una semana en un spa de cinco estrellas en lugares de ensueño para desprenderse de los kilos y la mala conciencia. Lo mío es más rudimentario: cierro las ventanas y me alimento de palabras, esperando que escampe.
Esa semana fue la pasada. Dejé la pluma, pues, y entré en clausura de ocho días, en la bendita compañía de los seráficos libros y el silencio redentor. Una cruz como otra cualquiera, al cabo, pero que no impongo llevar a otros.

viernes, 6 de abril de 2012

Anecdotario de don Francés de Zúñiga (7)

Vínole a ver Perico de Ayala, truhán del marqués de Villena. Viendo que se quería morir, díjole:

─ Hermano don Francés, ruégote, por la grande amistad que siempre hemos tenido, que, cuando estés en el cielo ─lo cual yo creo que será así, según ha sido tu buena vida─, ruegues a Dios que haya merced de mi ánima.

Respondió:

─ Átame un hilo a este dedo meñique, no se me olvide.

Y ésta fue la postrera palabra, y luego murió.

[Melchor de Santa Cruz, Floresta española, Toledo, 1574, II, V, vii]

jueves, 5 de abril de 2012

Viernes Santo de 1923

En la Semana Santa de 1923 la cofradía de la Vera Cruz decidió incorporar a la procesión del Viernes Santos la nueva talla del Crucificado que se había hecho para la capilla del asilo de las Hermanitas. Así, en una camioneta se cargó la talla y fue llevada por la calle Colón hasta la plaza Mayor, donde se iniciaba la procesión ascendiendo por la calle Mayor, hasta llegar a La Corredera. Pero el tránsito fue harto difícil, porque el Cristo subido en la caja dela camioneta ofrecía verdaderas dificultades al paso por las estrecheces de la calle Mayor, donde continuamente chocaba con los balcones más bajos o bien con los numerosos cables tendidos de un lado a otro, que iban siendo levantados con ganchos por dos cofrades para que la talla, de forma agónica, fuera avanzando. La procesión duró lo que no está escrito. Al llegar a la Puerta de la Villa, todavía la camioneta con el Crucificado prolongó su vuelta a casa bajando por la calle Libertad y subiendo luego por Merinas, hasta arribar de nuevo al asilo, donde llegó verdaderamente hecho un Ecce Homo: a resultas del accidentado trasiego por las calles bejaranas, llevaba un brazo desprendido y rotos varios dedos de la otra mano. Una versión distinta y local de la Crucifixión.