Estaba el emperador Carlo Quinto un día retirado, y don Francés, truhán, con él. Tocó a la puerta un señor de este reino que tiene poca tierra cerca de la raya de Portugal. Mandó su Majestad al truhán que viese quién llamaba. Fue, y, visto quién era, dijo al Emperador cómo estaba allí don N. Replicó su Majestad:
─ Anda, déjale agora.
Respondió don Francés:
─ Conviene que vuestra Majestad me dé licencia que le abra, por que no se enoje, y tome toda su tierra en una esportilla y se pase a Portugal.
[Melchor de Santa Cruz, Floresta española, Toledo, 1574, II, V, i]
─ Anda, déjale agora.
Respondió don Francés:
─ Conviene que vuestra Majestad me dé licencia que le abra, por que no se enoje, y tome toda su tierra en una esportilla y se pase a Portugal.
[Melchor de Santa Cruz, Floresta española, Toledo, 1574, II, V, i]
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