Al alcalde de Valladolid (vaya pájaro) le dijeron los leonesistas (otros que) que la ciudad que rige no es la capital de la comunidad autónoma, como dice la web municipal pucelana. Me la suda, vino a decir el ginecólogo de doña Ana Botella: lo mantengo. El suceso ha sido como el de aquella errata que Neruda encontró en una corrección de pruebas: “La mantengo. Mejora el texto”, firmó. Lo mismo.
No hay quien pueda con él. Se ha vuelto tan genial que bien se merece prestarle un poco de atención, seguirle los pasos y darles aire, porque el traje de bufón parece que le cae cómodo. Es un digno discípulo de don Francés: mata con la lengua. Sus bufonadas, excesos premeditados y medidos (no conviene perder la alcaldía: se acabaría el estrado desde el que hacer piruetas ante los cortesanos y servidumbres), no alcanzan la exquisitez del sastre bejarano del Renacimiento, pero llenan la boca de risas.
Hagámosle honores, hasta que le den de cuchilladas por sus boutades.
No hay quien pueda con él. Se ha vuelto tan genial que bien se merece prestarle un poco de atención, seguirle los pasos y darles aire, porque el traje de bufón parece que le cae cómodo. Es un digno discípulo de don Francés: mata con la lengua. Sus bufonadas, excesos premeditados y medidos (no conviene perder la alcaldía: se acabaría el estrado desde el que hacer piruetas ante los cortesanos y servidumbres), no alcanzan la exquisitez del sastre bejarano del Renacimiento, pero llenan la boca de risas.
Hagámosle honores, hasta que le den de cuchilladas por sus boutades.
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