domingo, 6 de junio de 2010

La platería del Renacimiento en Béjar, de Roberto Domínguez Blanca

Hace unas semanas tuve la oportunidad de asistir, en la antigua capilla del colegio de San Pelayo (Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Salamanca), a la presentación oficial del libro La platería del Renacimiento en Béjar, del bejarano Roberto Domínguez Blanca, que ha sido editada por el Centro de Estudios Bejaranos en su colección “Varia Bejarana”, con el apoyo económico del Ayuntamiento.

La obra, en realidad, ya circulaba desde hace un tiempo por las librerías, puesto que lleva pie editorial del año 2009, y la presentación no fue más que excusa para que dos docenas de fieles con congregáramos alrededor del autor, cuyo esfuerzo merecía ese tributo y reconocimientos públicos como el de estas líneas, que no quieren más que recordar a los lectores que la obra está pidiendo llegar a las bibliotecas de quienes pretendemos reconstruir el rompecabezas del pasado bejarano.

En ese sentido, esta pieza es inédita y llena un vacío incomprensible a estas alturas. Es muy poco lo que se ha escrito sobre el arte bejarano. Y cuando digo bejarano, me refiero a toda la comarca, como es el caso. Vaya por delante que no sólo el trabajo realizado es impecable además de fundamental, sino que resulta definitivo. A veces, y esta es una, una obra abre una veta de estudio y la cierra al mismo tiempo. Será difícil en el futuro que otro autor pueda decir más que lo que Roberto Domínguez Blanca ha reunido en sus páginas. La enjundia de su investigación es de tal calado que no ha dejado espacio para completarla en el futuro, por lo que por sí misma se convierte en una obra de obligada referencia en la bibliografía bejarana esencial. El recorrido por los artistas y artesanos que están en su índice, y las piezas que les corresponden, es de tal magnitud, que no debe de quedar archivo parroquial de la comarca ni legajo traspapelado que no haya sido husmeado por este joven león de biblioteca, porque para ratones ya estamos los demás. Es una lástima, tan sólo, que los costes de obras de estas características no hayan permitido que el total de las ilustraciones se haya reproducido en color, porque la contemplación de los cálices, cruces, hostiarios y crismeras hubiera deparado un deleite mayor.

El libro es el resultado de la Memoria de Grado del autor, lo que ha de entenderse como un mero anticipo de esa investigación mayor (como si ésta no lo fuera) en la que está al parecer embarcado y que habrá de constituir su tesis doctoral, que a la vista de lo enseñado promete ser un punto de no retorno en el estudio del arte orfebre en la comarca de Béjar.

jueves, 3 de junio de 2010

El último kilómetro

Hace dos días por fin se ha abierto al tráfico el último kilómetro de la autovía A-66 a su paso por la comarca de Béjar. Literalmente el último kilómetro, porque no más faltaba, un viaducto a la altura, nunca mejor dicho, de Puerto de Béjar. Debería haber estado acabado, cierto es, hará año y medio, cuando todo el resto de tal tramo de autovía se abrió. Parece ser que eso, un retraso de año y medio, es lo único importante para la derecha mediática: no importa que haga cuarenta años que esa obra debería estar hecha, si no fuéramos el culo de España, sólo importa que quien lo ha hecho, que casualmente no han sido ellos, se ha retrasado un año y medio. Ni tienen conciencia de la historia ni aprecian al pueblo al que pretender salvar del abismo, ellos que le pisan los nudillos para que caiga de una vez. Podían haber hecho algo en los ocho años del aznarato, pero se tocaron los perendengues para tener luego la opotunidad de llamar tardón al que se arremangó y lo hizo. Qué gente, Señor, qué gente.

La tijera de Goebbels

El pasado 19 de mayo, en una comparecencia de prensa en la que dispararon contra todo lo que se movía con un duro en la mano, el Grupo Municipal Popular criticó que en el Ayuntamiento bejarano se gasten "35.500 euros en la compra de revistas o libros". El exabrupto no merece ningún comentario, porque por sí mismo pone en evidencia a quien sugiere sacar la tijera, como Goebbels, en cuanto oye la palabra cultura. Como en el chiste de la Última Cena: ¿es o no es como para darle una mano de hostias?