Mañana se inaugura la sucursal capitalina de El Corte Inglés. Leo en un periódico digital que 223.000 salmantinos están a menos de media hora del nuevo centro comercial. Hago mis cálculos mentales y, por mucho que corra en la nueva autovía, llegar al corazón del barrio Garrido desde la periferia de Béjar en menos de media hora me parece imposible. Así que mis temores por el futuro del comercio bejarano se desvanecen. Esa media hora es como una raya disuasoria en la que los bejaranos quedamos como en tinieblas, lejos de la atracción fatal del consumo instintivo. Doy por hecho, con esa información, que los de Béjar no vamos a caer tan fácilmente por las instalaciones de El Corte Inglés. Somos otra cosa.
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